martes, diciembre 18, 2018

Una aventura urbana a los 5 años


Esta es una historia que mantuve oculta no sé porqué desde que tenía 5 años hasta después de que me casé. Trata de la aventura que me ocurrió cuando me escapé de la escuela para irme a mi casa y luego al trabajo de mi mamá.
Mi maestra de 1er grado era muy bonita, se llamaba Scarlett. Además me consentía mucho. A mi me pasaron a primer grado porque ya sabía leer, sumar y hasta multiplicar, aunque en otros aspectos estaba retrasado con respecto a mis compañeritos que eran mayores que yo (a esa edad un año de diferencia es bastante), ella atenuaba esas diferencias. Pero un día mi maestra se enfermó y no vino a la escuela (luego supe que tenía cáncer) y mandaron a una suplente con mucho acné en la cara, cosa que yo supuse que era una enfermedad contagiosa y por tanto tenía que escapar (además, el escape lo había soñado la noche anterior).
Sigilosamente me fui del salón y cuando iba por el pasillo rumbo a la puerta de la escuela me conseguí con la directora de la escuela a quién saludé con disimulo y me respondió: "hola bachiller" (ella me llamaba así), yo le respondí y haciéndome el loco me dirigí hacia la puerta.
El colegio era el Grupo Escolar "Carlos Delgado Chalbaud" en Coche, Caracas, y mi casa era muy cerca, un apartamento en las Residencias Venezuela, Edificio Monagas. Sólo había que cruzar la calle, entrar por el mercado de Coche y listo. No sé porqué en el plan no tomé en cuenta algo que ya sabía y era que mis padres a esa hora se encontraban trabajando y que no habría nadie en casa para abrirme la puerta. Yo sabía eso, pero en el sueño no pasó así y creí más en el sueño que en la realidad. Y no sé porqué decidí irme hasta el trabajo de mi mamá, en el liceo "Luis Cárdenas Saavedra" en El Valle, algo cercano, pero no tanto para un niño de 5 años.
Pero lo peor no fue irme hasta el liceo, sino que en el sueño el camino era uno diferente al acostumbrado. En vez de irme por la intercomunal, decidí cruzar la autopista e irme por ese camino hasta no sé adonde.
Me costó bastante cruzar la autopista y una vez del otro lado caminé un buen rato hasta que al lado mío se detuvo un camión rojo enorme con un señor de tez oscura que me preguntó adonde yo iba y que hacía por ahí. Al responderle el señor me dijo que me montara, lo que hice con gran dificultad porque el camión era muy grande respecto a mi tamaño. Arrancamos y a los pocos minutos y luego de un interrogatorio el señor le hizo seña a un carro de policías y me entregó a ellos.
Los policías fueron bastante más irresponsables, me montaron en el carro de policía, recuerdo que había una malla que separaba los asientos de atrás con los del chofer y copiloto, me preguntaron que hacia adonde me dirigía y me soltaron en La Bandera indicándome el camino. Ellos debieron haberme entregado a mi mamá. Yo empecé a caminar y a caminar y ya estaba desesperándome porque no veía el cruce hacia el liceo y pensaba que me había pasado, hasta que por fin vi el liceo color chocolate que quedaba al lado, crucé y llegué a la puerta, estaba salvado.
Al entrar al liceo pregunté por mi mamá a una profesora conocida quien me preguntó cómo había llegado allí y tuve miedo y le mentí, le dije que había agarrado un carrito por puesto, y entonces se puso a llorar y fuimos a buscar a mi mamá. mantuve mi historia del carrito por puesto y todo el mundo llorando, dígame si les hubiera contado la verdadera aventura. Creo que esa vez no me pegaron ni nada, pero por si acaso nunca conté la verdad hasta que ya fui adulto.
Ahora que mi hija menor tiene la edad de mi aventura no me puedo imaginar como sucedió todo eso, estaba muy pequeño para hacer lo que hice...

lunes, diciembre 17, 2018

Voyage: El Forrest Gump Cumanés




Al destino hay que tenerle cuidado, puede conducirlo a uno por caminos insospechados de las maneras más insospechadas. Conmigo estuvo cerca. No sé que hubiera pasado de haber tomado otras decisiones.

Era el 1ro de Mayo de 2002. En París como decía una amigo francés, el 1ro de mayo es el día de fiesta nacional (un comentario sarcástico porque como ustedes saben es el 14 de Julio, pero por el fervor pareciera que fuera).

Había quedado con Chelina en verme en la Place de la République a las 8am para ir a la marcha. Me costó levantarme porque la noche anterior había estado de farra, pero andaba de muy buen humor y fui como siempre responsable y llegué al sitio a la hora, sólo que Chelina no apareció.

Una de las razones de mi buen humor era lo sucedido en Venezuela hace días apenas, el regreso al poder de manos del pueblo de Chávez después del golpe de estado. Andaba contagiado de esperanza y mucha gente no venezolana también lo estaba y no era para menos. Por eso me fui para la marcha con una banderita de Venezuela y con la constitución bolivariana en edición de bolsillo (librito azul). En la plaza me había encontrado con otra venezolana que no conocía, Diana, una que estaba demasiado buenota y a la que nunca más volví a ver porque me empeñé en seguir buscando a Chelina, hasta que empezó la manifestación.

La manifestación comenzó normalita, yo iba de lo más alegre con mi banderita y mi constitución y a veces algunas personas al verme gritaban "Venezuela". En el ambiente revolucionario mundial estábamos de moda. Una señora colombiana se unió a mi y luego un grupo de latinos. Ella me contó que era afín a las FARC y que por eso no podía entrar a su país y que estaba muy agradecida con Venezuela porque allí siempre la acogían muy bien cuando se encontraba con sus hijos en nuestro país. 

Todo iba muy normal cuando un evento sencillo cambió mi rol en dicha marcha. Resulta que en una vía transversal iba un carro con un par de viejitos y estaban trancados porque la marcha no los dejaba pasar. Y a mi se me ocurrió hacerle señas a los manifestantes para que pararan y dieran paso a los viejitos. A partir de ese momento la marcha automáticamente empezó a seguirme y tuve que ser yo quién la guiara a través de las calles de París. En cada decisión que había que tomar venía gente a consultarme e incluso vinieron unos de las FARC a pedirme permiso para quemar la bandera norteamericana, a lo que respondí negativamente y me hicieron caso aunque no muy contentos.

Se acercaban personas a decirme que yo tenía liderazgo y me daban los teléfonos de asociaciones y grupos de izquierda para que militara en ellos. Una cosa loca.

Hubo un momento incómodo cuando me dieron ganas de hacer pipí y el único lugar que encontraba para hacer era el McDonalds. Dejé pasar unos dos o tres temeroso de la reacción de los anti McDonalds (en esa época José Bové había quemado un McDonalds, creo) hasta que no me aguanté y entré a uno ante la mirada incrédula de los que me seguían que se quedaron esperándome. La marcha se detuvo a esperarme en un McDonalds. Hice pipí rapidito nervioso de que no me fueran a atacar después y cuando que llegué las miradas eran tales que tuve que dar explicación: J'ai pisé au McDo (me mié el McDo) y hasta me aplaudieron.

Al final de la manifestación varios pidieron mis coordenadas y estuvieron un tiempo después llamándome para que militara con ellos, pero los dejé en veremos. Mi misión en París era estudiar y aunque si milité un poco después con un grupo de venezolanos que luego se transformó en grupo de salsa, no caí en la tentación de meterme en la candela con los futuros gilets jaunes.

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