lunes, diciembre 17, 2018

Voyage: El Forrest Gump Cumanés




Al destino hay que tenerle cuidado, puede conducirlo a uno por caminos insospechados de las maneras más insospechadas. Conmigo estuvo cerca. No sé que hubiera pasado de haber tomado otras decisiones.

Era el 1ro de Mayo de 2002. En París como decía una amigo francés, el 1ro de mayo es el día de fiesta nacional (un comentario sarcástico porque como ustedes saben es el 14 de Julio, pero por el fervor pareciera que fuera).

Había quedado con Chelina en verme en la Place de la République a las 8am para ir a la marcha. Me costó levantarme porque la noche anterior había estado de farra, pero andaba de muy buen humor y fui como siempre responsable y llegué al sitio a la hora, sólo que Chelina no apareció.

Una de las razones de mi buen humor era lo sucedido en Venezuela hace días apenas, el regreso al poder de manos del pueblo de Chávez después del golpe de estado. Andaba contagiado de esperanza y mucha gente no venezolana también lo estaba y no era para menos. Por eso me fui para la marcha con una banderita de Venezuela y con la constitución bolivariana en edición de bolsillo (librito azul). En la plaza me había encontrado con otra venezolana que no conocía, Diana, una que estaba demasiado buenota y a la que nunca más volví a ver porque me empeñé en seguir buscando a Chelina, hasta que empezó la manifestación.

La manifestación comenzó normalita, yo iba de lo más alegre con mi banderita y mi constitución y a veces algunas personas al verme gritaban "Venezuela". En el ambiente revolucionario mundial estábamos de moda. Una señora colombiana se unió a mi y luego un grupo de latinos. Ella me contó que era afín a las FARC y que por eso no podía entrar a su país y que estaba muy agradecida con Venezuela porque allí siempre la acogían muy bien cuando se encontraba con sus hijos en nuestro país. 

Todo iba muy normal cuando un evento sencillo cambió mi rol en dicha marcha. Resulta que en una vía transversal iba un carro con un par de viejitos y estaban trancados porque la marcha no los dejaba pasar. Y a mi se me ocurrió hacerle señas a los manifestantes para que pararan y dieran paso a los viejitos. A partir de ese momento la marcha automáticamente empezó a seguirme y tuve que ser yo quién la guiara a través de las calles de París. En cada decisión que había que tomar venía gente a consultarme e incluso vinieron unos de las FARC a pedirme permiso para quemar la bandera norteamericana, a lo que respondí negativamente y me hicieron caso aunque no muy contentos.

Se acercaban personas a decirme que yo tenía liderazgo y me daban los teléfonos de asociaciones y grupos de izquierda para que militara en ellos. Una cosa loca.

Hubo un momento incómodo cuando me dieron ganas de hacer pipí y el único lugar que encontraba para hacer era el McDonalds. Dejé pasar unos dos o tres temeroso de la reacción de los anti McDonalds (en esa época José Bové había quemado un McDonalds, creo) hasta que no me aguanté y entré a uno ante la mirada incrédula de los que me seguían que se quedaron esperándome. La marcha se detuvo a esperarme en un McDonalds. Hice pipí rapidito nervioso de que no me fueran a atacar después y cuando que llegué las miradas eran tales que tuve que dar explicación: J'ai pisé au McDo (me mié el McDo) y hasta me aplaudieron.

Al final de la manifestación varios pidieron mis coordenadas y estuvieron un tiempo después llamándome para que militara con ellos, pero los dejé en veremos. Mi misión en París era estudiar y aunque si milité un poco después con un grupo de venezolanos que luego se transformó en grupo de salsa, no caí en la tentación de meterme en la candela con los futuros gilets jaunes.

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