Lars Bevanger BBC, Noruega |
Según la ONU, el país nórdico es el más próspero del mundo, sin embargo ¿de verdad funciona todo bien en el paraíso?
El funcionario electoral del gobernante partido conservador luce desconcertado.
Acabo de preguntarle por qué -a pocos días de las elecciones generales- a su partido no le va bien en las encuestas de opinión, sí todo en este país va tan bien.
Sus ojos azules buscan la posible respuesta en el cielo despejado.
"El desempleo es bajo", le digo. "Las tasas de interés se ha reducido a un nivel sin precedentes, la ONU se la pasa diciendo que vivimos en el mejor país del mundo... Y sin embargo la gente quiere que los laboristas vuelvan al poder".
Cuando ve que el cielo no le da una respuesta adecuada, el funcionario me mira, encoge los hombros y dice "bueno, quizás la gente simplemente quiere un cambio".
Y yo pienso que nadie puede realmente entender cuán aburridas pueden ser unas elecciones generales en el mejor país del mundo.
Precios de la gasolina
Simplemente, aquí no hay mucho que arreglar. A principios de semana parecía que el principal punto de debate entre la izquierda y la derecha sería el precio de la gasolina, que por estos días también es alto en este país.
Claro que, de alguna manera, es paradójico que los noruegos se quejen de que la gasolina es muy cara. Después de todo, es el inusualmente alto precio del petróleo el que ha contribuido a la prosperidad del país.
Somos el tercer mayor exportador de petróleo del mundo, sólo superados por Arabia Saudita y Rusia.
Sin embargo, la bonanza del crudo del Mar del Norte no se gasta en pagar el transporte de la gente.
La mayor parte se ahorra y se invierte en un fondo para el día en el que el petróleo se agote. En la actualidad, ese fondo tiene US$189 mil millones.
Eso significa US$22 mil para mí y cada ciudadano noruego.
Sin embargo, la riqueza petrolera sólo explica en parte por qué este país encabeza una y otra vez la lista de la ONU de las naciones más prósperas.
Igualdad
Después de todo, Arabia Saudita sólo ocupa el lugar 72, apenas superando a Ucrania.
El Estado de bienestar noruego -otra de las razones por la que ocupamos el primer lugar- se ha desarrollado a través de las décadas, antes de que descubriéramos petróleo en el Mar del Norte. Empezó inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial.
Después de cinco años de ocupación alemana, los noruegos deseaban evitar las divisiones internas. La mejor manera de lograrlo era una sociedad igualitaria.
Para mi, esa igualdad de la sociedad noruega es la que hace que la vida de la mayoría sea tan placentera. Muy pocos son fabulosamente ricos.
E incluso muchos menos son desesperadamente pobres.
Es realmente notable la poca diferencia que existe entre el sueldo que lleva a su casa un conductor de bus o el obrero de una fábrica, con el de un médico.
Todos ganan un poco más de US$3.700 al mes.
El costo de la vida
"¿Cómo diablos pueden darse el lujo de vivir aquí?", me preguntó una vez un colega del Reino Unido que estaba de visita.
Ella había acabado de pagar casi diez dólares por una pinta de cerveza y se preguntaba si le alcanzaría para comprarse una pizza.
Con paciencia traté de explicarle que el mesero probablemente ganaba tanto como ella y que el costo de producir esa cerveza era mayor que en cualquier otro país europeo.
De poco sirvió para aliviar su indignación.
Debía haberle enumerado los gastos en los que la gente no incurre, por lo que pueden despilfarrar lo que les venga en gana en cerveza.
En general, los noruegos no tienen que pagar por sistemas privados de pensiones, seguros de salud o escuelas privadas.
Para la mayoría, el sistema estatal de pensiones es adecuado y las escuelas públicas son tan buenas como las pocas privadas que existen.
Sistema de salud
Por supuesto, se puede mejorar. Cuando se trata de nuestro sistema de salud, todavía existen listas de espera y en ocasiones hay escasez de personal.
Pero podría ser mucho peor, en especial si no fuéramos tan saludables.
Es posible que se deba a tanto salmón que comemos, que es de lejos el pescado más barato en la capital mundial de la producción del salmón.
También puede ser la semana de trabajo de 38 horas y el gran deseo de la gente de mantener el tiempo de trabajo y de ocio estrictamente separados.
Una amiga inglesa, que empezó a trabajar aquí como doctora hace algunos años, estaba sorprendida del número de octogenarios perfectamente saludables que la visitaban.
"Llegan" -se quejaba ella- "para un chequeo rutinario y una prescripción. Rara vez encuentro algo mal en ellos".
Esquiando todos los días
Ella no estaba acostumbrada a atender en su consultorio a personas mayores de 80 años, mucho menos en perfecto estado de salud.
"Y entonces" -suspira mi amiga- "estos noruegos me dicen que no disponen de mucho tiempo porque tienen que hacer su diaria carrera de esquí a través del campo".
Sin embargo, a pesar de todo lo bueno de Noruega, una vez me fui a vivir a Londres.
Muchas veces me pregunté por qué, en especial cuando estaba atrapado en el tráfico de la autopista M25 y cuando por la radio un consejero financiero decía que debía considerar el sistema privado de pensiones.
Regresé a Noruega hace tres años. ¿Me mudaré de nuevo?
Bueno, tal vez ya me harté de políticos discutiendo sobre los precios del petróleo o de las filas de coches de bebés que pertenecen a las madres que están gozando de su licencia de maternidad de diez meses, completamente financiada.
Sin embargo, por ahora estoy disfrutando mi extremadamente cara pinta de cerveza como cualquier periodista típico, con la esperanza de que alguien destape un escándalo político a tiempo para las elecciones parlamentarias.
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