Sin embargo, el empobrecido suburbio de inmigrantes de Clichy-sous-Bois en el noreste de París, donde se originaron los enfrentamientos entre la policía y jóvenes, permanecía en calma y bajo una fuerte presencia policial, según se informó.
Pero informes llegados desde otras áreas indican que pandillas lanzaron piedras a la policía, que respondió con balas de goma, mientras que pequeños grupos de jóvenes encendieron más de 60 vehículos, cestos de basura y a una escuela primaria.
"Ha sido una noche dura", expresó un portavoz policial.
La peor violencia se ha estado registrando en el amplio departamento de Seine-Saint-Denis, al noreste de París, donde están localizados los suburbios franceses más empobrecidos.
Pero por primera vez desde que empezaron los enfrentamientos, los disturbios se extendieron a otras partes, incluyendo a dos ciudades al oeste de París.
Llamado a la calma
El primer ministro francés, Dominique de Villepin, lanzó un llamado a la calma después de reunirse con las familias de dos adolescentes de origen africano, de 15 y 17 años de edad, cuyas muertes el jueves pasado desataron las protestas.
Los jóvenes murieron electrocutados cuando, aparentemente, trataban de esconderse de la policía que los perseguía para arrestarlos luego de algunos desórdenes; algo común en el empobrecido suburbio del noreste de París.
Aunque se ordenó una investigación oficial, las muertes fueron seguidas por más disturbios violentos, en los que varios autos fueron incendiados y algunos edificios atacados.
La policía realizó numerosos arrestos y el ministro del Interior de Francia, Nicolás Sarkozy, condenó a la "basura" -como los denominó- que estaba empecinada en romper la ley.
El propio Sarkozy ha sido criticado por ser demasiado polémico. Las familias de los dos jóvenes muertos cancelaron una reunión con el ministro luego de que la policía arrojara una granada de gases lacrimógenos en una mezquita local.
Tres residentes del sector fueron sentenciados a cortas condenas por participar en desórdenes. Ahora, el ministro ordenó que la policía antimotines ocupara algunas partes claves del suburbio, para prevenir más violencia callejera.
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