Fuente: Panorama
Desde Bariloche, sede del 2º Congreso Latinoamericano de Parques Nacionales y otras Áreas Protegidas, Roberto Ariano, experto de la Uicn conversó con PANORAMA sobre la afectación registrada en los picos montañosos de Mérida. Desde 1850 hasta la fecha, la tasa de desaparición de los glaciales venezolanos ha sido avasallante. Ariano destacó que el calentamiento global es una de las causas. Enviada especial bariloche (Argentina) Roberto Ariano, asesor de la Unión Mundial de la Naturaleza para los temas de áreas protegidas y evidencias del cambio climático, lleva 30 años escalando las montañas de América. Sus pasos se han ido desde las franjas montañosas de Venezuela, hasta los gélidos paisajes de la Patagonia. Nada alentador resulta para el investigador el escenario que pesa sobre los pocos glaciales suramericanos. Desde Bariloche, sede del 2º Congreso Latinoamericano de Parques Nacionales y otras Áreas Protegidas, conversó con PANORAMA sobre la situación de las cadenas montañosas andinas, y más concretamente sobre los andes venezolanos. —Se habla de una afectación drástica de los glaciales ¿qué está pasando en Venezuela? —La sierra Nevada de Mérida está compuesta por cinco picos, conocidos como las cinco Águilas Blancas. La temperatura del planeta bajó bastante entre el año 1600 a 1850. Desde 1850 en adelante no prospera el proceso de acumulación glacial. Desde ese entonces han estado inexorablemente retrocediendo todos los glaciales y las montañas más perjudicadas han sido las tropicales. El kilimanyaro, en África; la sierra de Mérida, en Venezuela; las montañas de Colombia, de Ecuador y Perú primordialmente, están avocadas a perder nieve, porque ya no se va a acumular más nieve y adicionalmente en el trópico los rayos solares pegan perpendicularmente casi todo el año, lo que no sucede en otras partes del planeta. —¿Cómo ha incidido el calentamiento global? —El hecho se ha agravado mucho por el calentamiento global, entonces la tasa a la que estamos perdiendo las coberturas glaciales se ha acelerado sensiblemente, precisamente por los temas ambientales, por el estilo de desarrollo al que hemos optado de emisiones masivas de CO2 al ambiente, etcétera. —¿En cuánto se ha acelerado el proceso de derretimiento normal? —En el caso de Colombia, en 1962 se habían hecho unas estimaciones de que el glacial duraría 300 años más, sin embargo, en ese año los problemas que estamos sufriendo en este momento no estaban tan acentuados. Y ahora la perspectiva de vida de esos glaciales es al 2021-2030 más o menos. —¿Cuál es el diagnóstico para Venezuela? —Para el caso de Venezuela, de las cinco Águilas Blancas que componen la sierra Nevada de Mérida, tres de ellas han perdido total y absolutamente la nieve. El único glacial saludable que queda en Venezuela es el que une al pico Humboldt y al Bonpland. También está súper amenazado por el cambio climático. Además, queda un poco de glacial en la cara norte del pico Bolívar. Sierra de la Culata ya no tiene ningún glacial. El glacial se va a acabar. No hay que llorar sobre la leche derramada, hay que pensar es en cómo vamos a cuidar los páramos. Más relevante que escandalizarnos con la pérdida del glacial, hay que venderle a Venezuela, Ecuador y Colombia que vamos a perder nuestra fuente de agua que es el glacial, lo que podríamos compensar con un muy buen cuidado de los páramos. —Entre Ecuador, Colombia y Venezuela, ¿cuál de los tres países está más cercano a perder sus glaciales? —Venezuela, porque tiene el sistema montañoso más pequeño. Eran cinco principales que tenía Mérida. En 1850 todos tenían nieve. —¿Hacia dónde habría que ir para revertir este proceso de afectación en los glaciales suramericanos? —El tema de la nieve ya es irreversible, eventualmente se van a acabar estos glaciales, pero lo que queda como opción para los países que tenemos la fortuna de tener páramo, como Venezuela, Colombia y un poco de Ecuador, es procurarle una mejor salud al páramo para que pueda seguir cumpliendo una de sus funciones primordiales, que es la regulación hídrica. El páramo retiene agua en las épocas de lluvia y en las épocas de sequía la va soltando paulatinamente y de esta manera no es factible tener una oferta permanente de agua. —Además del calentamiento global, ¿qué otros problemas están asociados a los páramos? —Las ovejas, las cabras, los caballos y las vacas son un problema en el páramo. Las ovejas y las cabras son bastante nocivas, pues al pastorear una zona de páramo se deja el suelo desnudo, porque se comen hasta las raíces. En la medida en que el suelo queda desnudo perdemos la materia orgánica que necesitan los frailejones, las pajas del páramo y en general toda la vegetación. Una vaca pesa cerca de 400 kilos y las pisadas lo que hacen es compactar el suelo. Esto impide que cuando llueve el agua se infiltre, por el contrario se escurre y arrastra materia orgánica, creando erosión y grandes cárcavas (zanjas). —¿Puede darse un aprovechamiento sustentable del páramo, aún con la presencia de ganado allí? —La verdad es que la vocación natural del páramo es ser páramo. Usar el páramo ya de por sí es un error. El Gobierno de Venezuela podría, por ejemplo, establecer unos programas de reubicación de la gente, trasladarlos hasta la parte más baja y garantizar a los pobladores mejores condiciones para el pastoreo. No podemos juzgar a los que han utilizado la naturaleza de manera rapaz, pues la gente que vive en las laderas de las montañas ha sido excluida de poder tener parcelas en las partes fértiles más abajo. —¿Ha resultado dañina la siembra de papa para el páramo? —Las papas han sido terribles, porque han sido cultivas pensando en el esquema de uso intensivo de agroquímicos que contaminan no sólo las aguas superficiales, sino también las aguas subterráneas. Un páramo no debería tener papas. —¿La pérdida de musgo en los páramos representa una amenaza para estos ecosistemas? —El musgo es como una súper esponja, pues acumula mucha agua, pero en los páramos vive otra planta aún más importante que se llama Plantago rígida, en algunas partes le llaman de manera vulgar cojines, y estos cojines son realmente los que más poder para capturar agua tienen y todas esas actividades extractivas en los páramos para poner pasto, ha hecho que empiecen a escasear. La tasa de pérdida de estas especies ha sido alarmante.
1 comentario:
Este es un tema realmente delicado. Movilizar a tantas personas de los páramos, sería la solución, pero ¿cómo reincorporarlos nuevamente a su vida cotidiana?. Es verdad lo que describen ahí sobre la exclusión de los campesinos de las regiones andinas, entonces, una vez más, son los pobres los que deben sacrificarse. Ojalá no signifique un sacrificio, ojalá se le encuentre una solución humana, pero debe encontrarsele, porque de no hacer algo, sufrirán más aun los excluidos, viviendo en lo más alto de las montañas en un desierto frío y sin agua. Me pregunto ¿qué se tendrá planificado para este tema en el gobierno?
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