El Papa recibe a Bush en los jardines del Vaticano en extrañas circunstancias
En las proximidades del fin de su mandato, el presidente estadounidense George W. Bush fue extrañamente recibido este viernes por el papa Benedicto XVI en los bucólicos y tristes jardines del Vaticano, al lado de la torre medieval de San Juan, en donde se celebrará el encuentro entre un especial cuerpo de asesores y monaguillos papales.
Se trata de la tercera vez que el papa Benedicto XVI y Bush se reúnen. “Gracias a dios es la última vez que viene ese señor, esto es estresante!” dijo sudoroso un cura exorcista que acompaña al máximo representante de la iglesia católica.
El pontífice, rodeado de velas, tinajas de aguas benditas, crucifijos y rosarios, le rindió un tratamiento particular ya que lo recibió al aire libre, en plena luz del día, con una pila de biblias y con un gesto especial y único el cual pretendía santiguarlo con ramas frescas de ruda, cuestión que fue rápidamente evitado por la escolta presidencial con un empujón al venerable anciano.
El Papa, quien no dejaba de murmurar tras su cara y sus gestos de inconformidad, suele recibir a sus huéspedes en la biblioteca privada del palacio apostólico, pero rompió el habitual protocolo ya que acababan de bendecirlo, lo que obligó a los agentes de seguridad del Vaticano a tomar medidas excepcionales y prever un grupo de curas franciscanos -bien conocidos por sus habilidades en despojar cuerpos poseídos- frente a la cúpula de San Pedro.
Todos los acompañantes del Benedicto rezaban intensamente y varias monjas, arrodilladas y relicario en mano, se azotaban y persignaban continuamente mientras pasaba el mandatario norteño. La situación era confusa y casi sin sentido, hasta que se pudo entender entre quienes oraban una frase que concluía en un lacónico “ruega por él”.
Con este recibimiento especial, el Papa quiso proteger los espacios sagrados del vaticano, ya que fuentes dignas de créditos del entono papal confirmaron que, durante su participación en la ONU, el presidente Bush si tenía un fuerte y repugnante olor sulfúrico. “Era desagradable y hasta nauseabundo, lamentablemente Chávez tenía razón.” nos confesó un aturdido monje quien es uno de los representantes ante la Naciones Unidas, al recordar esa jornada en Nueva York.
Ante las incesantes preguntas que le hicieron al papa mientras pasaba frente a los medios de comunicación, sobre los motivos de toda esta logística del vaticano, solo se lo logró entender una frase que repetía copiosamente, en latín antiguo, que decía: “no creo en eso, pero de que vuelan, vuelan…”
Tomado de: Globoterror.com
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