Hernando Salazar Bogotá |
Una propuesta para penalizar con multas de hasta US$4.000 o con trabajos sociales a los esposos o esposas que sean infieles ha generado polémica en Colombia.
Mientras el autor, el senador Edgar Espíndola, dice que su proyecto de ley busca proteger integralmente a la familia, los críticos califican su iniciativa como ridícula, retrógrada e inútil.
La controversia tiene que ver con si el Estado debe intervenir en un asunto de las parejas y con el hecho de que, además, el sistema judicial es frecuentemente criticado por sus altos índices de impunidad.
Si el proyecto se convierte en ley -lo cual no parece muy probable en estos momentos- las comisarías de familia tendrían la obligación de dirimir los conflictos por infidelidad e imponer las sanciones a los responsables, "salvo si se perdonan", explica Espíndola.
El legislador, quien pertenece a una iglesia evangélica, dice que la infidelidad es de grandes proporciones en Colombia y cita encuestas según las cuales ocho de cada diez personas es o ha sido infiel a su pareja alguna vez.
"Póliza de cumplimiento"
En diálogo con BBC Mundo, Espíndola lamenta que "Colombia se haya olvidado de los valores" y señala que la infidelidad es fuente de maltrato en las familias.
"Nos duelen los campos de batalla en los que muere mucha gente (el conflicto armado), pero los campos de batalla más feroces son los hogares, porque allí hay violencia física, sicológica y sexual", indica.
Según Espíndola, la penalización que propone para los infieles es una especie de "póliza de cumplimiento" dentro del matrimonio.
"Cuando una persona se casa y violenta a su compañero o a su compañera, deshonrando aquel principio de la lealtad que se prometieron darse el uno al otro, los daños que se generan son tremendos", asegura.
"Retroceso"
Pero Gerrit Stollbrock, un licenciado en filosofía de la Universidad Javeriana de Bogotá consultado por BBC Mundo, dice que penalizar la infidelidad "es un absoluto retroceso".
"Uno de los logros de la modernidad fue separar los temas morales o religiosos de la ley y restringirlos, por lo menos, a un mínimo", dice Stollbrock, quien hizo una tesis sobre Federico Nietzsche y la moral cristiana.
Otros han sido aún más duros con el proyecto, entre ellos el escritor Óscar Collazos, que escribió en el diario El Tiempo: "Hay que estar ocioso para concebir un proyecto de ley que busca castigar las reacciones del corazón o la entrepierna".
"Es probable que el proyecto de ley no soporte más de un debate. O que el debate se desvíe hacia ejemplos históricos que demuestren la ridiculez de esta iniciativa".
"Sea como fuere, el ponente de esta ley entró ya, con plenos derechos, en los anales del disparate que un día debería publicar el Congreso de la República", opinó Collazos.
Stollbrock agrega que la infidelidad se da entre personas adultas, plenamente conscientes y autónomas que deben arreglar entre ellas el problema, sin la intervención del Estado.
Debate
En una consulta hecha por BBC Mundo en las calles de Bogotá, una fotógrafa que omitió su nombre opinó que el proyecto no servirá.
"Yo creo que no, porque el que quiere ser infiel se las busca para que no lo vayan a penalizar", dijo.
Otra mujer, que admitió haber sido víctima de la infidelidad, dijo que el proyecto de ley le parece "ridículo, porque son más las personas que son infieles que las que son fieles".
Luis Méndez, un estudiante universitario, anotó: "Cada uno tiene que ser responsable de sus actos y no porque una norma exija la fidelidad entonces voy a ser fiel".
Aunque el proyecto de ley todavía no ha comenzado a ser discutido formalmente en el Congreso y su autor reconoce que será muy difícil que lo aprueben, la propuesta de Espíndola encendió la discusión sobre la infidelidad en Colombia.
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