Gary Duffy BBC, Sao Paulo |
Hay pocas imágenes más impactantes de la desigualdad de la sociedad brasileña que la favela de Paraisópolis en Sao Paulo.
A lo largo de este barrio de calles estrechas y viviendas construidas una encima de la otra, uno puede ver los imponentes edificios de Morumbi, detrás de alambrados y rejas de seguridad que reflejan la incomodidad de sus adinerados residentes.
Pero si las favelas han llegado a simbolizar algunos de los más grandes problemas y desafíos que enfrenta Brasil, también puede haber -al menos en algunas zonas- señales de cambio.
Entre los habitantes de Paraisópolis parece haber un sentimiento de optimismo porque su comunidad parece avanzar hacia un nivel de vida mejor.
Ya hay agua y luz en la mayor parte de las casas, algo que no había hace cinco años, y los autobuses del servicio urbano de Sao Paulo circulan por la favela.
Nueva vida
Osmar Oliveira Alves vino aquí hace 30 años a empezar una nueva vida, y ahora tiene una tienda de alimentos y 16 empleados.
También ha notado una clara mejoría en años recientes.
"Los salarios han mejorado un poco, y la calidad de la vida también", dice Osmar.
"Como ya no hay inflación, es más fácil conseguir crédito y hay más oportunidades para comprar cosas. La gente puede comprarse refrigeradores, televisiones, hornos de microondas. Otros tienen autos casi nuevos", explica. "La cosa está mejorando".
En la calle, frente a la tienda de Osmar, Gilberto Borges Batista -quien tiene 26 años y trabaja como asistente en una tienda- está de acuerdo con esa evaluación optimista.
"Llevo cuatro años en este trabajo", dice. "No tenían nada y ahora tengo un reproductor de DVD, una televisión, tengo una casa y pienso tener un carrito dentro de un par de años, gracias a Dios".
Integración social
La revista británica The Economist identificó recientemente lo que califica de nueva clase media baja "que surgió casi de la noche a la mañana" en Brasil y en América Latina: millones de personas que se están convirtiendo en "los mayores beneficiarios de la estabilidad económica que tanto trabajo costó a la región".
No cabe mucha duda de que la baja tasa de inflación ha permitido mejorar la calidad de vida de muchos de los pobres de Brasil.
De hecho, las bases de la estabilidad económica se establecieron antes de que el actual gobierno llegara al poder.
Los programas de asistencia social, como Bolsa Familia, y los incrementos al salario mínimo, también han contribuido. El gobierno planea aumentar 7% (de US$193 a US$207) el salario mínimo en abril de 2008.
Este mes, en su discurso durante los festejos de la independencia, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva declaró que el país experimentaba un movimiento de integración social sin precedentes.
"La pobreza se está reduciendo", anunció el presidente. "En los últimos años, siete millones de brasileños se han sumado a las clases medias".
"El mejor camino para el crecimiento de un país es garantizar que más y más personas dejen atrás la pobreza, entren al mercado y reclamen los derechos de la ciudadanía", dijo Lula.
Situación insostenible
El reto ha sido enorme, según datos del Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea).
En 2003, 64 millones de personas tenían un ingreso de menos de la mitad del salario mínimo, y aunque éste cayó cerca de 7% en 2005, representaba más de 30% de la población (casi 54 millones de personas).
Y aunque el número de personas que vivían en extrema pobreza (ganando menos de 25% del salario mínimo) se redujo entre 2003 y 2005, todavía había más de 20 millones de personas en la miseria.
Información más reciente del Instituto Nacional de Estadística de Brasil (IBGE) tiene noticias más alentadoras. En 2006, el ingreso promedio se elevó 7,2%, un aumento que benefició a la población de menos ingresos, sobre todo en el noreste del país.
El analista Claudio Felisoni de Angelo, de la Universidad de Sao Paulo, explica que la situación ha mejorado en los últimos cinco años pero Brasil sigue siendo una sociedad profundamente desigual.
"Uno de los ejemplos es que las mejores universidades son públicas, y que quienes pueden entrar a las mejores universidades son personas ricas o de clase media alta", asegura.
Y advierte que la situación "está mejorando, pero no mucho".
"Las condiciones de estas personas dependen del nivel de crecimiento de la economía", añade Felisoni. "Y en caso de que la economía enfrente dificultades en el futuro, no tenemos las condiciones para mantener la situación durante mucho tiempo".
Imagen confusa
Rogerio Schmitt, un consultor político de Tendencias Consultoria en Sao Paulo, coincide en que la desigualdad es un factor impresionante de la sociedad brasileña, y admite que ha sido muy difícil ayudar a la parte más pobre de la población.
Pero considera que la mejoría en la calidad de vida de los brasileños más pobres es muy importante.
"La sociedad brasileña siempre ha sido inmutable. Los que nacen pobres mueren pobres, y los que nacen clase media mueren clase media", dice Schmitt.
"Eso está comenzando a cambiar, y quizá es uno de los cambios sociales más grandes que hemos tenido en Brasil desde el fin de la esclavitud en el siglo XIX".
"Ahora es posible que alguien que nació pobre mejore sus condiciones de vida y tenga acceso a la clase media, y eso hace que Brasil sea un país más normal", asegura el consultor.
La imagen no es consistente, y lo que puede ser una historia promisoria en una favela no es necesariamente verdad en todas, ni en algunas zonas del noreste del país, que actualmente enfrentan una crisis en los servicios de salud pública.
Sin embargo, parece que al menos para algunos de los brasileños más pobres, una puerta que estaba firmemente cerrada se abrió por fin para que entre un poco de luz.
1 comentario:
Me parece que todas las personas pobres deben tener oportunidades para salir adelante.
Ernesto Schuetz
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