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Brujas, Flandes, Bélgica. |
Date: Mon, 22 Feb 1999
06:30:11 PST
From: Luis Manuel Hernandez
Ramos
Subject: Voyage: Me voy para
Amsterdam o a donde me lleve el destino (III)
Continúo...
BRUJAS.-
Brujas
es una ciudad realmente bella, pero llegamos muy cansados, el clima nos trato
muy mal y no pudimos disfrutarla lo suficiente...
En
lo que llegamos buscamos un estacionamiento, metimos el carro y dormimos un
poco antes de salir al inclemente clima. Yo quería salir inmediatamente a pesar
de estar demolido; no habíamos ido a Brujas para quedarnos
dentro del carro en un estacionamiento. Cuando agarramos fuerzas, salimos por
fin y empezamos a pasearnos por la ciudad. El clima estaba ladillando (es decir
lluvia con nieve).
Vimos
los precios, pero no sabíamos nada acerca del cambio de moneda. Yo hice un
estimado de 5 francos belgas por un franco francés, pero luego descubrimos que
no hacía falta cambiar prácticamente nada, ya que en todas partes te aceptaban
los Francos al mismo monto que yo los había calculado. Lo malo es que no nos
dimos cuenta que el cambio oficial estaba a mas de 6 belgas por franco francés,
así que nos jodieron (como joden a los turistas en todas partes, ese es el
negocio).
Brujas
es como una Venecia medieval; tiene canales y todos los edificios son
de la edad media. Todo muy bonito y parecía que el tiempo no hubiese transcurrido.Por
las calles empedradas de la ciudad andan todavía los carruajes a caballo y las
edificaciones antiquísimas tienen moho. Lo malo es que toda la información es en
Holandés y ese idioma no se entiende un coño. Al parecer, los romanos no
llegaron allá. En los canales hay cisnes, todo precioso y muy romántico. Todo
excepto el clima de m...
Nos
tomamos unas cuantas fotos y subimos a la torre principal de la ciudad, que
tiene como 150 m de alto. De allí se puede ver toda la llanura de Flandes. Además
estaban las direcciones y las distancias hacia cada ciudad. Lo malo de esa
torre es que no tenía ascensor, la torre fue construida como 1200 más o menos y
en esa época ni soñar). Arriba el reloj y las campanas eran como una caja de
música gigante. Todo un mecanismo para que cuando llegara la hora sonaran las
campanas con una canción. ¡espectacular! La caja de música tenía un cilindro
gigante en el que ponían las canciones, algo así como una rocola medieval. Las
campanas sonaron estando nosotros en ella. ¡Maravilloso! Cuando bajamos observábamos
cuales eran las nacionalidades de los maleducados que habían rayado las paredes
con grafitis. Ganó Uruguay con amplia ventaja. Ningún venezolano
afortunadamente (comme d'habitude).
En
la plaza principal Nelson escogió un sitio para tomar chocolates. Afuera
estaban los precios en los que yo sólo me había medio fijado, pero como Nelson
entro tan confiado y yo no me había tomado un chocolate caliente en 20 años, no
dije nada... Pero cuando Nelson vio los precios echó una mentada de madre, pero
ya estábamos montados en el burro, y no nos quedaba otra que disfrutarlo. Menos
mal el lugar era bonito y la atención magnifica. El mesonero además era muy
amable con nosotros. Hablaba como 10 idiomas, entre los cuales el español. Me
comí un Gauffre, o no sé como se llama, de ahora en adelante se llamara Gofio
Francés. Cuando nos fuimos el mesonero gritaba ¡adios, adios!, como diciendo: chau,
los jodimos... Yo, por supuesto quedé con un hambre atroz, que tuve que matar
con una hamburguesa en un carrito en la calle. No estaba mal la salsa, pero era
muy chiquitica la hamburguesa...
¡En
todas las tiendas querían hablarnos en español!, igualitos a los parisinos decíamos
sarcásticamente. En verdad que lo de los Parisinos no tiene nombre. Pude
comprar únicamente un folletico de Brujas. Ustedes saben que soy muy pobre aquí.
Partimos
al anochecer de Brujas sin saber hacia dónde iríamos. Queríamos ir a
Ámsterdam,
pasando primero por Bruselas, pero quedaba muy lejos y estábamos muy cansados. Decidimos
parar a quedarnos en un hotel en una ciudad
intermedia, tal como Rotterdam, en Holanda, pero pasamos como una hora dándole
vueltas de nuevo al anillo de Brujas para intentar salir hacia Holanda. Otra
vez era un enredo con las numeraciones de las autopistas, y ahora a la
dificultad se sumaba que los letreros eran en Holandés. Ojalá los Romanos se
hubieran establecido aquí, decía yo. Por lo menos uno entendería algo del
idioma. Y al final logramos escapar del ring por intuición, o por suerte,
la verdad no lo sé. ¿Rumbo hacia?, rumbo hacia Antwerpen, mejor conocida como
Amberes o Anvers, en Bélgica aún, No sabía porque me sonaba mucho el nombre de
esa ciudad y no fue hasta que llegamos allá que descubrimos el porqué. Antwerpen
era mucho más ciudad de lo que pensábamos: El segundo puerto de Europa y el tercero
del mundo. Para mí, las ciudades portuarias son las mejores. Nos quedamos allí
más tiempo de lo que esperábamos, pero antes debimos pasar la pérdida del siglo.
De esa ciudad fueron las mejores aventuras de este viaje...
Continuará...
Luis Manuel
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